Tuesday, July 1, 2014

Desenterrar las palabras

Un mes después del golpe de Estado de Pinochet, en Chile ya había organizaciones que prestaban ayuda psicológica a las víctimas de la dictadura y a sus familias. En España, la medicina recetada en altas dosis es la del silencio, para prevenir la inquietud de los hijos de aquellos que fueron atravesados por la Guerra Civil, especialmente en los vencidos pero también en los vencedores.
¿Y los nietos, los que nacieron en el tardofranquismo y la democracia y vivieron ajenos, como si nada hubiera pasado? Son los herederos de penas y dificultades no resueltas, adiestrados en el no preguntar para no remover, programados para no hurgar. Esquistados psicológicamente, bloqueados emocionalmente. Ataques de ansiedad, inseguridad, miedo, rabia no canalizada, anorexia o toxicomanía pueden leerse en clave de transmisión generacional del trauma. De hecho, se lleva haciendo así desde los años 60 en otras sociedades dañadas por violencias políticas. Salvo en España.
Clara Valverde, escritora sobre biopolítica y resistencia, presidenta de la Liga Síndrome de Fatiga Crónica, profesora de enfermería, ha abordado en Desenterrar las palabras (Icaria, 2014) con claridad y precisión qué nos pasa, porqué nos pasa y qué deberíamos hacer para afrontarlo.
¿Cuál es el cuadro de síntomas de una persona traumatizada por las vivencias de sus abuelos durante la Guerra Civil y la Represión franquista?
Los nietos de la violencia política 'heredan' o 'absorben', a través de la comunicación no verbal, que tiene más fuerza que la verbal, la carga inconsciente del sufrimiento de sus padres y de sus abuelos. La situación se complica para esta generación porque la conexión con la situación original se ha perdido. Esto hace que la generación de los nietos lleve una carga en el inconsciente a la que es más difícil acceder, porque los años de silencio y de comportamientos que han servido para esconder las emociones dificultan la comprensión de las manifestaciones del trauma.
Estas manifestaciones son variadas: miedo a hablar directamente a los que están en el poder (jefes o cualquier otra figura de poder), la queja sin acción, la polarización (blanco/negro) y necesitar un enemigo común, confusión, repetición, autoritarismo, fobias, obsesiones, etc.
¿Cuál es la diferencia con la generación anterior?

Los hijos aprendieron a callar y a no saber qué hacer con las emociones de sus padres traumatizados. Pero ellos aún tenían alguna conexión a los eventos traumatizantes.